En estas fechas señaladas parece buena idea recordar algo de las edificaciones objeto de peregrinación de nuestras famili@s y amig@s; y que albergan, en estos dias, nuestros mejores deseos para la gente que nos rodea.
Hay muchos de nosotros, que en estas fechas visitamos lugares de alto valor artistico, un valor que nos pasa desapercibido en el día a día.
De vez en cuando al cruzar los límites de estos lugares, y pasar algo de tiempo en su interior y a su cobijo, se nos permite, por un segundo, verlos de otra manera, ver su verdadera cara con otro cristal, como iluminado por una luz diferente; sí, eso que siempre ha estado ahí, de repente lo descubrimos por primera vez..... recorriendolo, y estudiandolo con ansiedad, aprovechando cada segundo de esa extraña lucidez ....quizás sabiendo que será efimera y que esa visión en breve se desvanecerá.....que esa dulce percepción desaparecerá y volverá a esconderse, para convertirse de nuevo en algo indiferente a nuestros ojos que formará parte otra vez del escenario diario y que perfectamente se camuflará en él para que de vez en cuando, y sólo de vez en cuando, nos ofrezca ese regalo que es el mostrarse a nuestros ojos en su verdadera magnitud.
Un buen lugar para tener una pequeña de estas "epifanías" es el Santuario de San Ignacio de Loyola.
Información sobre el Santuario. (fuente Wikipedia)
Siguiendo el ejemplo de otros lugares "santos", se decidió realizar un santuario que rodeara la casa natal de San Ignacio de Loyola. Esa casa fue considerada como una reliquia. La obra fue encargada por el Padre General de la Compañía, Juan Pablo Oliva al prestigioso arquitecto italiano Carlo Fontana que era discípulo de Gian Lorenzo Bernini. Fue el sucesor de Oliva quien ejecutó la obra poniendo la primera piedra del complejo, que comprendía iglesia y Real Colegio, el 28 de marzo de 1689.
El proyecto era un gran edificio con una fachada de 150m. de longitud, en cuyo centro se hallaba un gran templo circular cubierto con una gran cúpula. El acceso al mismo se realiza mediante un pórtico de tres vanos y una gran escalinata. El equilibrio de los volúmenes es fundamental. El conjunto simula una gran águila que mantiene en su interior la Casa Santa. El destino que se le iba a dar a los edificios era el de colegio, el llamado Colegio de los Jesuitas de Loyola.
Fontana mandó el proyecto a Loyola y fueron los arquitectos y directores de la obra quienes lo ejecutaron. Él nunca viajó a Loyola. Las obras comenzaron en 1688, poniéndose la primera piedra del complejo el 28 de marzo de 1689. Dirigió la obra el maestro Martín de Zaldúa y se introdujeron modificaciones a los planos de Fontana relativas a la iglesia y a los patios.
Se utilizó mármol del país, extraído de la cercana cantera del Izarraitz, y llegaron a trabajar en las obras más de 600 canteros. Sobre la piedra de los muros se extendió una pátina que cubría y homogeneizaba los paramentos de la piedra dándole, además, un color dorado con los rayos del sol.
Entre 1688 y 1738 se realiza el ala sur, destinada a colegio, y la iglesia del Colegio de Loyola. Fue maestro de obra hasta 1698 José de la Incera, y arquitecto el padre jesuita belga Jean Begrand. Martín Zaldúa se hace cargo del proyecto en 1693 al morir Incera. Zaldúa proyecta y ejecuta la llamada Escalera de los Santos y el ala sur. La Escalera de los Santos es una gran escalera imperial que se ubica en uno de los patios interiores que había previsto Fontana. También introduce cambios relevantes en el templo, donde las capillas radiales independientes que había diseñado Fontana son sustituidas por una nave circular, la cual se une a la principal, la que está bajo la cúpula, por ocho arcos.
La Guerra de la Sucesión hace que las obras se paren entre 1704 y 1717, pero aun así se termina el edificio de la hostelería. En 1708 se va ocupando el nuevo edificio.En 1717 se reanudan las obras del ala sur y se inician las de la iglesia. Zaldúa es sustituido por Sebastián de Lecuona e Ignacio Ibero. Entre 1719 y 1733, cuando muere, Lecuona construye el tambor y parte de la cúpula. Le reemplaza Ignacio de Íbero, que termina la cúpula rematándola con la linterna y diseña el altar mayor. En 1738 se inauguran la iglesia y el colegio que ocupaba el ala sur. Entre 1750 y 1758 se construye el altar mayor que había diseñado Ignacio Íbero y al año siguiente se instala la estatua del santo en él.
El ala norte se construye entre 1760 y 1767. Las obras sufren un fuerte contratiempo cuando los jesuitas son expulsados de España en 1767 por orden del rey Carlos III y todas sus propiedades confiscadas. El parón se extendió hasta 1816 después de que dos años antes el papa Pío VII hubiera restaurado la orden en todo el mundo y que Fernando VII autorizara su regreso a España.
El siglo XIX fue muy complicado, pues la compañía fue expulsada de Loyola en seis ocasiones, 1820, 1835 hasta 1840, 1854, 1868, 1870 y 1876. En 1836 se decreta la llamada desamortización de Mendizábal, y el santuario de Loyola pasa a depender del gobierno español y de la Diputación de Guipúzcoa que mantiene su propiedad desde ese momento. La Diputación devolvió la Casa Santa a la Compañía de Jesús en 1991.
Manteniendo la propiedad en manos de la Diputación se crea en 1885 la Compañía de las obras de Loyola para dar fin a las obras del santuario a la vez que el mismo es cedido a la Compañía de Jesús para su uso por 60 años y comprometiéndose la Diputación a que dichas instalaciones tuvieran siempre uso religioso.
Entre 1904 y 1924 se realizan obras de remodelación y acondicionamiento en la Casa Santa. Estas obras son dirigidas por el arquitecto Manuel María de Smith. En estas obras se hacen 9 capillas en el edificio natal de Ignacio y una escalera, desvirtuando la estructura interior original. Roma otorgó a Loyola el rango de basílica menor el 12 de enero de 1921. En 1989 se efectúan obras de reforma de la Casa Santa y se recupera el ambiente original. En el transcurso de las obras de restauración se observaron daños en la cúpula, y el posterior estudio detectó graves deficiencias constructivas en la misma. Para atajar esas deficiencias se procedió a colocar sobre la parte exterior una red de cables de acero.
El 13 de diciembre de 2000 empezaron las obras de restauración de la cúpula interna en la cual eran apreciables grandes grietas. Las obras quedaron concluidas el 19 de julio de 2002. En la restauración, tanto del pórtico como de la cúpula, participó el experto restaurador catalán José María Cabrera.